Yo viví mi infancia en un pueblo, y en aquellos tiempos todos los vecinos tenían vacas, gallinas, cerdos, conejos y ovejas. Ahora solo quedan algunos perros y cuatro gatos; por eso, cuando mi hijo de 2 años y todos sus compañeros de clase fueron a la excursión a la granja de Albillos me pareció la mejor manera de conocer estos animales de cerca. Lo pasamos fenomenal y fue muy emocionante, igual que si me hubiesen llevado a mí, en su momento, al mejor parque de atracciones.